miércoles, abril 22, 2015

La vida en Blanco

Se dice que los mismísimos ángeles trazaron y fundaron la ciudad de Puebla, y después retornaron al cielo una vez concluida su labor. Pero uno de aquellos legendarios seres permaneció y apareció varios siglos después para trazar y enseñar el camino de los cimientos futbolísticos en la Angelópolis.


Cuauhtémoc Blanco Bravo, el último gran ídolo del futbol mexicano, concluyó su labor y lo hizo como Campeón. El Puebla derrotó 4-2 al Guadalajara en una noche inolvidable, digna de una Gran Final, un encuentro que pasará a la historia por varias aristas o desde el ángulo del que se quiera ver. Sencillamente, un compromiso que fungió como homenaje a un grande en su adiós y que dignificó a la Copa MX.


Fue un encuentro atípico y emocionante, dos cualidades que fueron directamente proporcionales y que fueron in crescendo en un compromiso que, por lo menos antes del silbatazo inicial, pintaba para ser vergonzoso.


Dos grandes faltas de respeto emergían en el inicio del cotejo, ambas fraguadas desde las bancas. El técnico José Guadalupe Cruz optaba por dejar a Blanco en la banca en su última noche como profesional. Mientras, José Manuel de la Torre confió en la base suplente que lo llevó a disputar la Copa MX pero olvidó que la rica y nutrida historia del Rebaño se alimenta de títulos y no de confianzas.


A pesar de esto, varios de los suplentes de Chivas dieron la cara, mientras que Puebla se lanzó al ataque desde los primeros minutos. Ni Blanco ni los titulares tapatíos eran extrañados de momento. Un encuentro de ida y vuelta desde el inicio, Matías Alustiza pintaba para ser villano al fallar oportunidades claras, mientras que De Nigris poco a poco avisaba de su peligrosidad en el arco local.


La apertura en el marcador llegó por conducto de Facundo Erpen. El argentino remató de cabeza en jugada a balón parado a los 7′. Decididos a no cometer el mismo error que en el compromiso ante el Guadalajara de hace unas semanas en la Liga MX, Puebla no renunció al ataque y buscó extender la herida en el Rebaño con un resultado positivo: Luis Gabriel Reyrepetía la dosis con otro cabezazo a los 26′ y parecía encaminar a los Camoteros a su sexto título de Copa.


Chivas prácticamente fue borrado de la cancha en el resto del primer tiempo, aunque los errores de Alustiza de frente al marco revitalizaban a los visitantes. Para el segundo tiempo, los rojiblancos se convirtieron en el fantasma poblano y, especialmente, Aldo de Nigrisquería ser el caballo maldito en la Angelópolis. El atacante metió un centro con rumbo a portería que acabó en las redes con una vergonzosa ayuda del portero Fabián Villaseñor a los 54′ y, segundos después, el propio De Nigris aprovechaba un rebote en el área para puntear el esférico y poner el empate: los recuerdos de aquella fatídica tarde en la fecha 10 del Clausura 2015 invadían irremediablemente a jugadores, cuerpos técnicos y afición que abarrotó el Estadio Olímpico Universitario de Puebla para presenciar la histórica jornada.


Pero si Chivas se abrió espacio entre la nada, fue el propio Rebaño el que se tiró al abismo.Kristian Álvarez jugó con la mano en una polémica y discutida acción que el árbitro juzgó como penal. Matías Alustiza tomó la pelota y la colocó en el área, mientras que el hombre de la noche, quizás el que debía estar en lugar del argentino, presenciaba sereno el encuentro, sentado y tranquilo, a escasos cincuenta metros de la pelota que se disponía a fusilar al portero José Antonio Rodríguez, pero a su vez, un mundo de distancia entre el esférico y el legendario “10”. Alustiza se encarreró y metió un zurdazo tan violento que tenía cargadas todas sus frustraciones de la noche pero que sirvió para devolver la ventaja al Puebla a los 59′.


El propio Alustiza se encargaría de cerrar la cuenta a los 67′ con una buena jugada individual en el área. Con el 4-2 finiquitado, el encuentro per sé empezó a perder emoción y las miradas iban dirigidas a la banca poblana, específicamente a un jugador que por fin se levantaba a calentar, miradas que carcomían la piel del entrenador José Guadalupe Cruz quien por fin entendió el momento que propios y extraños anhelaban.


Cuauhtémoc Blanco Bravo ingresó al campo a los 69′ en lugar de Matías Alustiza, autor de un doblete. El oriundo de la Ciudad de México pataleó, reclamó, fue golpeado, aplaudido, toda su vida parecía resumirse en los últimos minutos de su carrera, que incluyeron un mano a mano con el portero Rodríguez pero que frustró finalmente Kristian Álvarez ya en tiempo de compensación, en lo que pudo ser el gol del homenajeado por decreto. Chivas, ya sin el expulsado Hedgardo Marín en la cancha, contuvo en los minutos finales, los cuales se extendieron por más tiempo del debido.


La penumbra invadió el recinto universitario. Un apagón en tiempo de reposción no hizo más que extender el drama, también el coloso le rendía homenaje al “10”, no solamente se fue la luz del estadio (la cual regresó después de 11 minutos), sino que también se fue la luz del futbol mexicano… como un ángel que concluyó su labor y que, después de varias centurias, por fin puede regresar a los cielos.


FUENTE: televisadeportes.com



La vida en Blanco

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